domingo, 20 de febrero de 2011

De autentica verguenza “SOLUCION YA”


Perdidos en la estación de Lugones

Ocho discapacitados ovetenses quedan atrapados en un tren, mientras sus cuidadores ayudaban en el andén a una compañera, y viajan solos hasta Oviedo

Elena FERNÁNDEZ-PELLODe pronto, fueron unos extraños en el tren. Los muchachos y los trabajadores del centro de apoyo a la integración (CAI) Naranco, ubicado en las inmediaciones de La Florida, se han propuesto convertir un desagradable incidente en una oportunidad para reivindicar «la accesibilidad universal» y sacarles los colores a los responsables de los ferrocarriles públicos. El pasado 27 de enero ocho personas con discapacidad intelectual quedaron atrapadas en el interior de un cercanías de Renfe sin sus cuidadores, cuando regresaban a Oviedo desde Lugones. Los gritos y los aspavientos para llamar la atención del maquinista no sirvieron de nada y, como explica María Elena Collada, que formaba parte del grupo, «unos quedamos dentro y otros fuera».
Volvían de una actividad en el centro de formación para el consumo que hay en Lugones, explica la directora del CAI Naranco, Trinidad Pérez. Con ellos iba una educadora, Belén Lozano, y una acompañante más. Llegaron a la estación de Lugones con tiempo de sobra para tomar el tren de las 13.23. Ocho de ellos -de entre 35 y 50 años y discapacidades psíquicas severas- se instalaron en el vagón, pero Fifí -como todos llaman a María José Fernández- tenía miedo a los escalones, muy altos. Se asomaba a las vías y veía el fondo muy lejos. La trabajadora que acompañaba al grupo era incapaz de conducirla al interior del tren, así que Belén Lozano descendió al andén para ayudarla, dejando al resto instalado en el interior. Entonces los acontecimientos se precipitaron.
Las puertas del vagón se cerraron en las narices de Fifí. Belén Lozano explica que no sólo ellas gritaron y pidieron al maquinista que esperara, las secundaron muchos pasajeros que advirtieron inmediatamente lo que estaba ocurriendo. Ningún empleado de Renfe atendió a sus requerimientos ni se acercó a echarles una mano.
Dentro del tren, Juan Carlos Gómez pulsaba desesperadamente el botón de apertura. Fuera, Belén Lozano hacía lo mismo. Todo inútil. El tren arrancó, y sólo contaron con la ayuda de dos chicas que viajaban en el vagón, que los tranquilizaron y se aseguraron de que se bajaran en Oviedo.Continua
http://www.lne.es/oviedo/2011/02/20/perdidos-estacion-lugones/1035949.html#EnlaceComentarios
Mi lucha contra las barreras arquitectónicas así como la de mucha gente, parecen dar menos resultados que los apetecidos